«Con el sistema RFID, el cliente es consciente de que sus textiles se dejan en un buen sitio»

sistema rfid resuinsa

Santiago Hernández, gerente de la Lavandería Mogan, ubicada en Gran Canaria, comenzó la andadura en este trabajo hacia 1988. Desde entonces ha conocido de primera mano cómo ha evolucionado el sector, desde realizar todo a mano hasta los actuales avances tecnológicos. Por ejemplo, en aquella época se tardaba hasta dos horas en descargar un camión, cosa que ahora se hace en 10 minutos. A esto se añade la llegada del sistema RFID, implantado en su lavandería, y que se ha convertido en el presente de las lavanderías. Así cuenta de primera mano todo este proceso y cuál es el trabajo de una lavandería.

¿Cómo ha evolucionado la maquinaria de las lavanderías desde vuestros inicios?

Antes teníamos que pasar la ropa nosotros mismos de una lavadora a una centrifugadora, y de ahí a la secadora. Y la plancha también era manual. Por eso, la evolución de la maquinaria ha sido muy satisfactoria en el trabajo. Actualmente, la ropa sale directamente de la lavandería a la plancha e, incluso, la plancha lo hace un 50% mejor que una persona. Además, el transporte también ha cambiado: antes tardábamos dos horas en descargar un camión y ahora lo hacemos en 10 minutos.

¿Qué es lo que hay que tener en cuenta a la hora de mejorar los procesos de lavado? ¿Cómo cuidan la ropa que les llega?

La ropa se clasifica por hotel, si son toallas, si son sábanas, etc., y se lava. La cuidamos exhaustivamente; si hay una mancha en concreto, nos encargamos de ella para que no implique el proceso de lavado del resto de ropa. En el proceso hay que incluir la cantidad recomendada de químicos a la ropa para que se mantenga en perfectas condiciones. Así pues, se realiza una dosificación de los productos que se van a emplear, que se lleva a cabo de forma automáticamente, según los kilos de ropa.

¿Cuántos kilos de textiles lavan al día?

Pasamos de los 200 kilos iniciales a los 9.000 de ahora. En temporada alta llegamos a lavar unos 11.000 kilos de unos 25 hoteles, a lo que hay que añadir la ropa de apartamentos turísticos y restaurantes.

¿Cuáles son las características con las que deben contar los equipos de lavado?

Sobre todo que sean fiables, que se rompan poco, y que el fabricante no engañe, que todo sea tal cual afirma; que las lavadoras sean de acero inoxidable y no de hierro. Pero además de las propias lavadoras, el equipo humano resulta fundamental, ya que las personas son mejores que las máquinas. Reciben formación e información al respecto, para que sepan desde manejar las lavadoras y el producto hasta cómo evitar lesiones.

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¿De qué manera tecnologías como el RFID ayudan a mejorar su trabajo?

Con ella sabemos lo que sale del hotel y lo que entra en la lavandería, se repasa de nuevo el material, por lo que al establecimiento llega todo lo que se envió. De esta manera, el cliente confía mucho más en la lavandería porque sabe que no se va a perder nada. Por eso, el RFID es fantástico, ya que nuestros clientes son conscientes de que sus textiles se dejan en un buen sitio.

¿Qué ha supuesto la puesta en marcha de la instalación de textiles en su lavandería?

En primer lugar, que sabemos si la ropa que recibimos se pierde o no y, si sucede, dónde. Además, conocemos la vida de la ropa y si estamos lavando los textiles de forma correcta. La instalación, que nos ha implantado Resuinsa y nos ha abierto un mundo de posibilidades, nos ha llegado a mejorar el rendimiento en un 20% aproximadamente. También creo que la cabina de salida con la que cuenta esta instalación para conocer cuánta ropa sale debería de incluirse en el hotel, así tendríamos un sistema perfecto, ya que también ayuda al hotelero en el recuento, en saber, por ejemplo, si una toalla sigue en su establecimiento o no. Por ello, esto va a ser el futuro de la lavandería industrial. Además, como nosotros facturamos la ropa limpia al hotel sabemos cuántos kilos exactos le vamos a cobrar, por lo que la transparencia es aún mayor. Es decir, mucha ropa nos llega mojada y pesa más, por lo que, al facturar los kilos que salen tras su lavado, lo hacemos de forma real al hotelero.

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