El lado humano de la tecnología

tecnología sociosanitaria
Por GONZALO CASTELLANOS.
Director Regional de Sistemas de Atención del Grupo Neat.

En décadas pasadas, la palabra tecnología evocaba a los grandes inventos realizados a lo largo de la historia, como los satélites, las naves espaciales, las centrales nucleares… No era común pensar que este concepto se internaría con tanta fuerza en nuestra vida cotidiana y que su desarrollo ofrecería soluciones y recursos encaminados a mejorar la calidad de vida.

Desde su origen, el término tecnología ha vinculado dos aspectos fundamentales: los conocimientos técnicos y científicos con la creación de bienes y servicios que permitan al ser humano adaptarse mejor al medio ambiente.

Julio Guerrero, doctor en Medicina, señala que «la tecnología existe en estrecho nexo con el hombre, es un producto creado por el hombre y del hombre; es un valor. Ella posibilita crear nuevos valores y modifica de manera sustancial los existentes».

Es evidente que el concepto de tecnología nos ofrece dos caras: la primera resalta la técnica, el avance, la innovación y el desarrollo; la segunda cara nos ofrece un lado más social y humano en el que se constata que la tecnología tiene una vocación de aprovechamiento práctico del conocimiento técnico y científico que tiende a promover el bienestar.

En el sector sociosanitario

El colectivo de la sociedad que mejor entiende la tecnología como un medio para promover la calidad de vida de las personas, más allá de un recurso técnico, es, sin duda, el sector sociosanitario. En este campo la tecnología se ha convertido en el aliado imprescindible.

José Carlos Bermejo Higuera, director general del Centro de Humanización de la Salud San Camilo, afirma, desde su experiencia cotidiana, que «la técnica, la máquina, es un medio que más que  deshumanizar puede humanizar, en función de cómo se utilice. Así lo creía el filósofo Ortega y Gasset: «el hombre empieza cuando empieza la técnica. No hay hombre sin técnica. Quien deshumaniza, por tanto, es el ser humano, cuando se deja colonizar por la tecnología sin ética». Empero, «cuando los valores orientan el uso de la técnica, ésta es un medio al servicio de la humanización en la fragilidad».

Servicio humanizado

Hoy, diversos centros residenciales dedicados al cuidado de personas mayores, enfermos terminales, dependientes o personas con discapacidad intelectual han optado por ofrecer un servicio humanizado, implantando modelos de atención centrados en la persona.

Los gestores de los centros residenciales buscan que las empresas les ofrezcan medios que protejan la salud integral. Está claro que estos centros no desean adquirir meros dispositivos tecnológicos, sino soluciones que les permitan humanizar sus servicios y elevar la calidad asistencial.

En este punto es pertinente reconocer que la tecnología no debe asumirse como un sustituto del cuidador, sino como un complemento de sus servicios asistenciales. Según la investigadora Nohora Tobo Vargas, especialista en cuidado de personas, «la tecnología es un apoyo y no un obstáculo para considerar al otro como ser humano; que siente, piensa y necesita de otro ser humano».

Por otra parte, cabe mencionar que, de acuerdo a la normativa, las habitaciones de los edificios sociosanitarios deben contar como mínimo con un tirador de cama y baño, teléfono en el cabecero de la cama y lámpara de llamada. No obstante, Eugenio Fontán, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación (COIT), sostiene que las exigencias del sistema normativo actual son insuficientes, puesto que deberían incluir «criterios de seguridad, comunicación, confort y eficiencia» que rescaten la cara humana de la tecnología

Soluciones tecnológicas

En base a esta tendencia, no es extraño encontrar en el mercado soluciones tecnológicas que reivindican una atención humanizada, centrada en la persona y en sus necesidades concretas.

Podemos citar los sistemas de control de errantes y de localización que permiten, mediante un discreto dispositivo, que los residentes de un centro puedan abandonar los recintos cerrados, salir al jardín y disfrutar de un paseo seguro al aire libre sin correr ningún riesgo. Otro ejemplo son los sensores de presencia en cama, que facilitan que un residente pueda salir de su cama y volver a ella en un tiempo de retorno preconfigurado, garantizando la seguridad del usuario.

En esta misma línea, los desarrolladores de tecnología asistencial suelen ofrecer soluciones para los profesionales del cuidado, tales como pulseras que les permiten, mediante la simple pulsación de un botón, solicitar ayuda a sus compañeros en caso de emergencia.

Cabe destacar que la implantación de estas tecnologías nos permite avanzar hacia centros libres de sujeciones que respetan la dignidad del residente y promueven su autonomía, a la vez que aseguran la tranquilidad y confianza las 24 horas del día, tanto a los cuidadores como a los familiares de los residentes.

Es innegable que la tecnología debe estar al servicio de las personas; esta premisa implica un serio compromiso tanto para el sistema sanitario como para las empresas y la sociedad, la cual debe ser capaz de aprovechar los recursos y participar activamente en el cuidado de su salud.

En definitiva, mejorar la salud, potenciar el bienestar y facilitar la autonomía de las personas es posible cuando todos los actores (desde proveedores de tecnología, sistema sanitario, gestores de centros asistenciales, cuidadores y la sociedad en general) asumen que la tecnología cobra sentido cuando ayuda a mejorar la calidad de vida de las personas.