Pocas plazas y cada vez son más caras

Las residencias se examinan

Mientras que la longevidad de los ciudadanos aumenta rapidamente, el número de plazas responde registrando un incremento que, sin embargo, no se corresponde con el ritmo de aumento de la demanda (en los últimos cuatro años ha pasado de 3,5 plazas cada cien habitantes a 4,14 plazas). Las tarifas por su parte no han subido en exceso situandose (desde 2005) en un 8 por 100 de media mientras que el IPC acumulado en ese periodo ha sido del 9,4 por 100. En la comparativa entre público y privado, las residencias públicas  siguen siendo más económicas que las privadas y concertadas, pero se han encarecido un 23 por 100.

Entre las carencias más graves se observan algunas tan importantes como: baños sin timbre de emergencia en dos de cada cinco residencias, un 20 por 100 de ellas carecen de servicio de fisioterapia y rehabilitación, poco más de un tercio cuentan con un médico de cabecera como único especialista y en más de la mitad no se ha realizado un simulacro de emergencia en el último año. Las públicas y concertadas sobresalen con mejores calificaciones y menos suspensos que las privadas, al igual que ocurría en 2005.

La valoración media de las residencias se finaliza con un «bien», al igual que hace cuatro años. Por territorios, obtienen peor calificación que en 2005 Cádiz y A Coruña (pasan del «bien» al «aceptable») y Guipúzcoa (del «muy bien» al «bien»). Y mejoran Barcelona, Málaga, Sevilla y Zaragoza (del «aceptable» al «bien») y también Vizcaya (de «bien» a «muy bien»).

Equipamiento, limpieza y accesibilidad

En éste área se observa que el estado de mantenimiento general de los centros es óptimo (sólo un 12 por 100 necesita reformas), se cuenta con habitaciones bien equipadas, tres de cada cuatro tienen aseo en el cuarto pero el baño pero la mayoría carecen de timbre de emergencia, la mayor parte de las residencias dispone de asistencia farmacéutica, programas de animación socio-cultural, salas de lectura y comedor, puntualizándose la falta de gimnasios.
En cuanto a la limpieza, en líneas generales, el estado de los centros es correcto aunque muchos jardines se encuentran en malas condiciones. La accesibilidad para discapacitados ya que casi todas las instalaciones visitadas disponían de rampas o ascensores para subir de un piso a otro y tanto los baños como las habitaciones se encuentran suelos antideslizantes, platos de ducha con asidero e inodoro con soportes laterales.

Servicios asistenciales

La gran mayoría de las residencias observadas elaboran sus propios menús y el 96 por 100 de ellos manifiesta que lo adapta a las necesidades médicas de los residentes. Un apartado que ha destacado por encima de la media es la seguridad, que obtuvo un «muy bien» de media y un «excelente» en el caso de las residencias visitadas en Álava, Alicante, Guipúzcoa y Murcia. Un 92 por 100 de los centros se encuentran equipados con extintores, luces y salidas de emergencia, sistemas de alarma y puertas corta fuego y, excepto en 4 de las 125 visitadas, disponen de un plan aprobado para posibles emergencias. Pocas sin embargo realizan simulacros de emergencia.

Sentirse como en casa

Otro de los apartados evaluados en el estudio ha sido hasta qué punto las residencias permiten a los residentes sentirse como en su propia casa. Aunque este apartado ha merecido un «bien», el resultado ha sido peor que en 2005. La mayoría de los centros permite a los usuarios salir y entrar libremente y todos, excepto seis, permiten el traslado con sus muebles y enseres, y casi todos permiten recibir visitas en la habitación.